miércoles, 19 de septiembre de 2018

LOS HIJOS, REFLEJO DE NUESTRO ACTUAR.


LOS HIJOS, REFLEJO DE NUESTRO ACTUAR.

Por: Lic. José Augusto Huertas Mogollón



Padres, hermosa tarea que Dios nos regala, claro no a todos, pero a los que Dios nos permite ese privilegio, nos invita a una reflexión del compromiso asumido desde el fortalecimiento de cada uno de nuestros talentos.
Ser padre implica mucho, desde una concepción de matrimonio, familia y padre o madre. Pero qué sería de un padre o una madre si no aprende a desaprender de los propios errores que va cometiendo, de no aprovechar el don tan preciado que Dios nos brinda, el don del perdón; sería como un camino bien asfaltado que une ciudades, pero que nunca se le realiza un mantenimiento adecuado y serio; por lo tanto el camino se va perdiendo.
La tarea de ser padre empieza en el momento que por voluntad propia y libre, asumen la categoría de cónyuges, cuando al momento de brindar el consentimiento, asume que esta abierto a la vida. Claro una vida de amor y entrega, no solo al cónyuge, sino que a través de ese amor, una entrega hacia los hijos por el bien de ellos y el propio.
En este contexto es cuando surgen preguntas como ¿Quieres criar hijos felices? - Pero empecemos por el principio. Lo primero que todo padre debe manejar es qué concepto tiene de felicidad. Muchos piensan que ser feliz es brindar todo lo que los hijos solicitan, convirtiendo a los padres en sus benefactores, es aquí cuando los padres olvidan muchos valores, que más adelantes detallaremos. Otros piensan que ser feliz es lograr triunfos en la vida, triunfos de diferente índole; ya sean personales, profesionales, etc. Logrando así inculcar en los hijos que el prestigio es lo que cuenta. Otros, los más “locos” para muchos, la felicidad consiste en Ser para Servir. Ahí está el detalle, cuán Ser somos y cuánto estamos dispuestos a Servir.
La persona, y este es el principal deber de los padres, debe aprender a reconocerse valiosa, única e irrepetible, que su vida fue deseada por amor y que por amor está en este mundo. Si la persona empieza a valorarse, a quererse desde el propio ejemplo de los padres, aprenderá a disfrutar de cada uno sus dones, dones que son regalo de Dios desde la perfección de sus debilidades.
Pero surgen muchas interrogantes en este camino de aceptación y valía personal. No debemos dejar de mencionar que todo este camino no es color de rosa, sino que surgen en el caminar diario, muchos escollos como los que hoy vivimos.
Hoy en día se vive el relativismo, el cual pregona y defiende que cada uno tiene su propia verdad y que debe defender cueste lo que cueste; sin importar lo que piensen los demás, dando paso a una intolerancia hacia todo aquello que saca de la zona de confort, no olvidemos de mencionar que hay que integrar las influencias que tienen los hijos y lograr un equilibrio en su educación, aquí es el momento en que los padres tienen el deber de ser modelo para sus hijos, un modelo que consolide su educación en valores desde su propio ejemplo. Hoy debemos consolidar nuestro actuar en los hijos ya que se vive una época en la que por el propio idealismo, basado en el “ojalá” desaprovechamos y damos un uso pobre de nuestros talentos y que muchas veces, nosotros los padres, fortalecemos esta realidad al hacer creer a nuestros hijos que no son buenos para nada, motivo por el cual ellos no aprenden a solucionar sus problemas, cayendo en una vida de desosiego y desesperación ante los problemas.
Es hora que los padres empiecen un camino de dar importancia a la capacidad que tiene cada hijo, de aprender a disfrutar lo que se decide y hace, que ame y se apasione por aquello que realmente le hace feliz y aquello que muchas veces nosotros destruimos con nuestro actuar como padres que queremos imponer nuestros sueños y no defendemos sus propios sueños.
Y ¿cuáles son los sueños que tienen nuestros hijos? - Tarea grande que tienen los padres, tarea de aprender a conocer y aceptar a cada uno de sus hijos. Cuando se habla de sueños de los hijos, se debe empezar por aceptar a cada uno de ellos como personas diferentes, que cada uno tiene sus propias cualidades y debilidades. Se trata de aprender a hacer que los hijos descubran con el ejemplo de los padres, a valorar y vivir los principales valores de la vida, que aprendan a ser personas auténticas, personas de buscan en todo momento hacer la obra bien hecha, que aprenda con firmeza desde el amor que se les brinda, desde una oración hecha labor, a valorar la entrega y compromiso de servir por amor al prójimo en la complacencia de Dios Padre; un padre misericordioso que escucha, atiende y acompaña en todo momento. Recordemos “Los hijos beben lo que los padres viven”.
Si los hijos aprenden de sus padres a olvidar el conformismo, el cual empobrecer y debilita el espíritu, si aprenden a gastar su vida por el bien común, si los hijos aprende a vivir con pasión lo que para ellos les proporciona felicidad porque los demás se siente felices con su actuar en bien del prójimo, si los hijos aprendieran que Dios es el único que te alimenta y fortalece tu espíritu, que es el sostén de la persona y de la familia; habremos logrado mucho y creo que nuestra obra sería muy fructífera para el futuro de la sociedad.
Para esto es necesario que los propios padres re-evalúen constantemente su actuar, que aprendan a vivir en los nuevos patios de convivencia social, patios como Facebook, WhatsApp, Instagram, etc. Don Bosco, el santo de la juventud, decía; De la sana educación de los jóvenes, dependerá la felicidad de la sociedad. Clara alusión a una educación que parte del estar con ellos, de brindar presencia en todo momento, de saber escuchar y acoger, de saber guiar desde una oración hecha labor, de aprovechar los nuevos patio en los cuales se encuentran los hijos. Si nosotros los padres no aprendemos a estar con ellos, a disfrutar de sus actividades, si no aprendemos a ceder, a negociar pero sin dejar de lado nuestros principios de vida y sobre todo vivir con firmeza y a exigir desde el ejemplo, habremos de dar cuentan de una vida que Dios juzgará según su parecer.
Es por ello importante que los padres sean el ejemplo claro de la verdad, de libertad, de capacidad de crecer en nuestro interior, de justicia, de equidad, de fraternidad hacia una auténtica solidaridad; de ser imagen de espiritualidad, imagen de oración, imagen y semejanza real de la presencia de Dios en nuestra vida.
El Ser de una persona, radica en su humildad para solicitar ayuda, en su valentía para afrontar todo aquello que no deja crecer en libertad y sobre todo en la tolerancia de aceptar y convivir con los demás sin ofender por ideas diferentes a las nuestras, pero sin dejar de vivir en gracia de Dios la cual nos cuestiona y cuestiona a los demás. Solo así los hijos aprenderán a vivir realmente, dejando de lado satisfacciones vanas e instantáneas que solo hacen reducir el vivir feliz a pequeños actos que pasan rápidamente, y tomar consciencia que deben basar su felicidad en hacer las cosas bien hecha por amor a los demás.
Finalmente, quisiera enfatizar en que si los padres, no son el ejemplo vivo de santidad, un ejemplo que vive desde su realidad la felicidad de SER persona, de disfrutar lo que se tiene y de soñar despierto a través de un proyecto de vida enfocado en lo que Dios nos pide nos costará más al momento de exigir lo que no vivimos. Aquí podemos ver la importancia de un proyecto de vida, el cual permite trazar rutas y metas a conseguir con el amor. Pero si los padres no cuentan con este proyecto, ¿Cómo guiarán la vida de sus hijos?
He ahí la importancia del proyecto de vida. Un proyecto que parte de tomar en cuenta que primero es el trabajo luego la devoción, es decir, que el ser humano tiene la imperiosa necesidad de santificarse con su trabajo y con su familia de la mano de la gracia de Dios. Si se aprende a vivir con un proyecto de vida, se aprenderá a cambiar las palabras, a brindar acogida en cada gesto y mirada, a aprender a ser persona y amigo auténtico para cada uno de los hijos.
Solo así nuestros hijos tendrán un modelo a seguir, un modelo que con el ejemplo le arrastra, que demuestra que sus padres son una persona humana imperfecta y que a la vez busca la luz de Dios para fortalecer su fe con sus actos. No es una tarea para amilanarse, antes bien, es una tarea de valientes que toman conciencia que su felicidad será la felicidad de los demás, demostrando a los hijos que cada vez que se debe convivir con honestidad buscando que las personas de mi entorno se sientan contentos de haberlo de nuestro actuar, logran alegría. De esta manera la dinámica familiar se fortalecer y se enraíza en el corazón y alma de los hijos.  Es decir, que con manos y corazón forjamos a la familia en oración.
Sé que es una tarea difícil, pero tengo plena confianza que con Dios y su gracia, la tenemos más fácil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario